En general, el departamento de Recursos Humanos nació (o se asocia normalmente) a la gestión administrativa de las personas. En palabras simples, a pagar la planilla y a hacer los afiches de la cartelera (o en los tiempos modernos al desarrollo del newsletter).
Y aunque en parte, esas responsabilidades recaen en la oficina, hoy la visión tiene más que ver con la gestión del talento al interior de las compañías. Hoy, cuando la mayoría de las empresas ha enfrentado recortes de presupuesto por la pandemia, la oportunidad de tercerizar el servicio se presenta de forma bien atractiva.
¿Por qué? Porque la contratación de nuevos recursos puede transformarse en un dolor de cabeza si no se realiza bajo criterios específicos que le permitan al empleador, asegurar que la persona es la elección correcta y así no incurrir en un desperdicio de tiempo y dinero.
Contratar a una oficina de Recursos Humanos independiente de la compañía,, más allá de lo administrativo, es un modelo que trae grandes beneficios económicos y de criterio a quien la utiliza.
Económicos porque simplemente no es una carga para la compañía. La relación se circunscribe a un contrato que tiene derechos, deberes y alcances claros. No existen cargas impositivas y la relación concluye cuando ambas partes toman la decisión.
Y de criterio porque simplemente no existe un compromiso con nadie de la organización, lo que beneficia cualquier proceso de búsqueda de talento. Los criterios subjetivos se dejan de lado y se centran en lo realmente importante: el recurso humano.